En nombre de Alah el Clemente el Misericordioso
Siembra el bien en esta vida... si no lo ves florecer aquí, verás sus frutos en el Más Allá...
Asalam alaikum wa rahmatu Allah wa barakatu! Glorificado y Alabado seas Oh Allah. Atestiguo que no hay otra divinidad salvo Tú, sin asociados, Único, y atestiguo que Muhammad es su siervo y mensajero; el sello de los Profetas. Oh, Allah cuéntame entre los arrepentidos y los purificados, te pido perdón por mis actos.
miércoles, 22 de agosto de 2012
Tan simple como esto
En nombre de Alah el Clemente el Misericordioso
Atestiguo que no existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Allah, y que Muhámmad es su Mensajerode Allah.
Ash adu an lá ilaha ila Alah, wa ash adu anna Muhammad rasulu Allah
¡Oh, Muhammad! Dame algo de lo que tienes.
En nombre de Alah el Clemente el Misericordioso
¡Oh, Muhammad! Dame algo de lo que tienes. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, regresaba a su casa acompañado por Anas ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él. Nos podemos imaginar cómo se sentía al acercarse a la puerta de su casa después de un día particularmente agotador, tras una larga jornada dedicada a la divulgación del mensaje del Islam y manejando los asuntos de su comunidad. Lo que más quería, antes que todo, era poder descansar en la comodidad informal de su casa.
El Profeta sallallahu ‘alaihi wa sallam, se sorprendió por la fuerza del jalón y anonadado miró hacia atrás. La fuerza del tirón fue tal que casi lo tumba, desgarró el manto y, como estaba echado alrededor de su cuello, le ciñó el cuello. Ese jalón dejó sus huellas en el cuerpo del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam. Al analizar esta situación uno puede pensar que el beduino, al ver lo que hizo, soltaría la capa y pediría disculpas. Como también esperaríamos que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, al ver que el hombre estaba consternado por el incidente, aceptaría las disculpas y dejaría las cosas como estaban, sin pasar a mayores. Pero esto no fue lo que pasó.
El beduino en vez de disculparse y soltar la capa se dirigió toscamente al Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, diciéndole: “¡Muhammad! Dame algo de lo que tienes, comparte conmigo las riquezas que Al-lah te ha concedido”. No mostró la más mínima consideración ni el respeto que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, merecía.
¿Como reaccionó el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam?
Anas, que Al-lah esté complacido con él, nos cuenta: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dio la vuelta dándole la cara al beduino y sonrió. Y después ordenó que se le diera dinero”. [Bujari]
¡Subhanal-lah! (Glorificado sea Al-lah), esta reacción no sólo nos enseña el autocontrol que distinguía al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, sino que más allá nos comprueba que efectivamente era una persona que se caracterizaba por ser portador de un comportamiento y conducta única. En una situación así no hay tiempo para pensar ni para arreglar las cosas de modo que uno salga airoso.
Si el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, lo hubiera golpeado nadie hubiese podido reprocharle por esta reacción, pues él era un hombre común y corriente como todos los demás; pero su lado profético es el que resaltaba siempre en casos sorpresivos como estos. Nos dejó bien claro que en el Islam, en situaciones parecidas, no hay cabida para la teoría de Newton que señala que cada acción supone una reacción igual. Al-lah, Glorificado sea dijo (lo que se interpreta en español):
{Ciertamente eres de una naturaleza y moral grandiosas.} [Corán 68:4]
Esta es la cumbre a la que ningún otro hombre ha logrado llegar: la perfecta armonía entre lo que se dice y se hace. Por otra parte, vemos que pese a que el Profeta era el jefe del Estado y líder de la comunidad, todo mundo tenía acceso a él sin ningún problema, incluso sin ningún tipo de protocolo como vemos. No se rodeaba de una corte de personas en especial o escoltas que impidieran el acceso a él para los demás miembros de la sociedad.
Fuente: Islamweb.net
---
Suscribirse a:
Entradas (Atom)