miércoles, 29 de abril de 2009

El esposo musulmán ideal


En nombre de Alah el Clemente el Missericordioso


Una de las formas en la cual el Islam ha honrado a la mujer es concediéndole el derecho a elegir a su marido. Sus padres no tienen derecho a forzarla a casarse con alguien que no le agrade.

Existen muchos textos que apoyan a la mujer en este tema sensible, por ejemplo el relato citado por el Imâm Al Bujâri de Al-Jansâ' Bint Jidâm:

"Mi padre me casó con un primo que no me gustaba, por eso me quejé ante el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) . Él me aconsejó en un principio: `Acepta lo que tu padre te aconseja'. Dije: `Yo no deseo aceptar lo que mi padre ha dispuesto'. Me dijo: `Entonces ese matrimonio es nulo. Tienes el derecho a casarte con quien desees'. Le dije: `Ahora acepto lo que mi padre dispuso, pero quería que las mujeres conozcan que los padres no tienen derecho en las decisiones de sus hijas (es decir, que no tienen derecho a forzarlas a casarse con quien no desean)". Ver Fath Al Bâri', 9/194

En primer lugar, el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le aconsejó a Al-Jansâ' que obedeciera a su padre, porque la preocupación de los padres por el bienestar de sus hijas es algo innegable. Pero cuando el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se dio cuenta de que su padre la había forzado a un matrimonio que ella no deseaba, le dio la libertad para elegir, salvándola de la opresión de un padre que quería forzarla a un matrimonio no deseado.

El Islam no oprime a la mujer, forzándola a casarse con un hombre que le desagrada, porque quiere un matrimonio exitoso, basado en la compatibilidad entre los cónyuges. Debe existir una similitud entre ellos, en términos de físico, actitudes, hábitos, inclinaciones y aspiraciones. Si algo va mal, y la mujer siente que no puede amar a su marido sinceramente, entonces puede pedir el divorcio.


Esto fue confirmado en un relato, cuando la esposa de Zâbit Ibn Qais Ibn Shammâs, Yamîlah, hermana de `Abudllah Ibn Ubai, se presentó ante el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y le dijo: "¡Mensajero de Allah! No tengo nada contra Zâbit Ibn Qais con respecto a su religión o comportamiento, pero odio cometer un acto de incredulidad siendo una musulmana (en otra narración dice: Yo no culpo a Zâbit de nada, con respecto a su religión o su comportamiento, pero no lo quiero)". El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le preguntó: "¿Le devolverás su jardín?" - su dote había sido un jardín. Ella contestó: "Sí." Entonces el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le envió un mensaje a él: "Toma de vuelta tu jardín, y concédele a ella una declaración de divorcio." Fath Al Bâri', 3/395

El Islam ha protegido la dignidad de la mujer, y ha respetado sus deseos con respecto a la elección de un marido, con quien pasará el resto de su vida. No es aceptable para nadie, (no importa quién sea el pretendiente), forzar a una mujer a un casamiento con un hombre a quien no quiere.

No hay una indicación más precisa de esta situación que la historia de Barîrah, una joven esclava etíope que fue casada con otro esclavo cuyo nombre era Mugíz, a pesar de que ella jamás lo hubiera elegido como marido si hubiera estado en control de sus propios asuntos. `Â'ishah se apiadó de ella, la compró y la liberó. Cuando la joven se sintió libre, en control de sus propios asuntos, y pudo tomar una decisión sobre su matrimonio solicitó el divorcio. Su marido, solía seguirla llorando, mientras ella lo rechazaba. Al-Bujâri cita a Ibn `Abbâs para describir a esta mujer liberta, quien insistía en la anulación de su matrimonio con alguien a quien no amaba.

Ibn `Abbâs dijo: "El esposo de Barîrah era un esclavo conocido como Mugîz. Casi puedo verlo, corriendo tras ella y llorando con lágrimas sobre su barba. El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le dijo a mi padre: `¡`Abbâs! No te sorprendes de cuánto ama Mugîz a Barîrah, y de cuánto desprecia Barîrah a Mugîz'. El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le dijo a Barîrah: `¿Por qué no regresas con él?' Ella dijo: `¡Mensajero de Allah! ¿Acaso estás ordenándome hacer eso?'. Él le dijo: `No. Sólo estoy tratando de mediar en su favor'. Ella dijo: `No tengo interés en él’” Fath Al Bâri', 9/408

El Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) estaba sumamente conmovido por esta demostración de amor por parte del marido y un igualmente enérgico desprecio por parte de la esposa. Él no pudo ayudar, pero intentó mediar preguntándole por qué no regresaba con su esposo y padre de su niño. Esta mujer creyente le preguntó si le estaba ordenando hacerlo, pero el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le contestó que solamente estaba tratando de interceder para promover una reconciliación. Él no estaba tratando de forzar a nadie a hacer algo que no deseara.

La musulmana que comprende las enseñanzas de su religión tiene criterios prudentes y correctos cuando elige a su marido. No sólo se preocupa por la apariencia y la posición social, etc, sino que examina su nivel de compromiso religioso, su actitud y comportamiento, porque éstos son los pilares de un matrimonio exitoso. La enseñanza islámica señala la importancia de estas cualidades en un potencial esposo, dijo el Profeta(que la paz y las bendiciones de Allah sean con él):

"Si se os presenta alguien con cuya religión y actitud estáis satisfechos, entonces concretad el matrimonio…" Hadîz hasan narrado por At-Tirmidhi, 2/274

La musulmana guiada por su religión no se siente atraída por superfluos estereotipos. Por el contrario, se siente atraída por un hombre serio, educado y creyente; aquel de vida honesta y corazón puro, cuyo comportamiento es bueno y cuya comprensión de la religión es íntegra.

Esto no significa que la musulmana deba ignorar completamente el tema de la apariencia física, y soportar a alguien sin atractivo y desagradable a sus ojos. Es su derecho - como se expresó anteriormente- casarse con un hombre que su corazón ame, y que la complazca tanto en su apariencia como en su conducta. La apariencia no debe ser desatendida a expensas de la naturaleza interior, ni viceversa. La mujer debe escoger a un hombre atractivo para ella, en todos los aspectos, alguien que gane su admiración y respeto. La verdadera musulmana no se deja deslumbrar por las apariencias exteriores, y nunca deja que estas apariencias, la distraigan de percibir la esencia de un potencial esposo.


Fuente: http://www.islamhouse.com/p/57403

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