En nombre de Alah el Clemente el Misericordioso
¿Qué hacemos con Najwa Malha? Wilson Jones
Najwa Malha es una estudiante de 16 años que cursa cuarto de la E.S.O. en un instituto público de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Si les digo que es musulmana, pensarán que se trata de una niña marroquí, argelina, o tunecina, expelida algún día por el mar a una costa española, tras la trágica aventura iniciada en su país a bordo de uno de esos cascarones de nuez tantas veces engullidos por el mar.
Si han pensado eso, no han acertado: Es de nacionalidad española, lleva aquí toda la vida, pero profesa la religión musulmana. Pues bien, esta chica ha iniciado una especie de cruzada particular contra los directivos del centro escolar desde que un buen día se enfundó el “hiyab”, o velo islámico, para cubrir su cabello.
Su decisión le trajo inmediatas consecuencias: Primero, apercibimientos de los profesores para que se quitase el pañuelo. Después, ante su negativa, el Consejo Escolar del centro decidió separarla del resto de sus compañeros y fue trasladada a una sala de visitas, donde pasaba las seis horas escolares diarias sola; allí le fijaban las tareas del día y lectura de libros, como a un preso le racionan el rancho.
Incluso llegaron a decirle que se tendría que examinar sola en la estancia en la que la habían aislado, por lo que lo mejor que podría hacer sería cambiar de centro. Método pedagógico donde los haya, ¿verdad? La razón oficial dada por el centro para justificar estas medidas es que la actitud de Najwa contraviene su reglamento de régimen interno, que proscribe el uso de gorras u otras prendas que cubran la cabeza. No esperaban sin embargo los responsables del instituto que esta noticia trascendiese a la opinión pública y copase páginas de periódicos; tanta ha sido la presión que el director del centro ha levantado provisionalmente el castigo (no de otro modo se entiende ese aislamiento) a la espera de la decisión final que adopte el Consejo Escolar.
Como el que les escribe debe andar hoy corto de entendederas, no sabe si lo que realmente prohíbe el centro es vestir prendas cefálicas, o portar símbolos religiosos; o si, de ser esto último lo que se traba, lo ilícito es su condición de visible a los demás. Porque si lo vedado es vestir prendas en la cabeza, habrá que actuar a veces con lenidad en la aplicación de la norma, pues ¿qué hacemos si no con el chaval que está recibiendo quimioterapia y porta gorra para cubrir su liso cráneo? ¿lo apartamos del grupo? Creo también que una joven cabeza rapada, no por motivos de salud, sino por afinidad con grupos neonazis ha de producir mayor repeluzno que la visión de un velo islámico. Y no digamos nada de la actual moda de pintarse el pelo con colores cuanto más chillones mejor, que suponen un craso atentado al buen gusto, y que merecerían copar sitio privilegiado en el museo de los horrores.
Si en cambio lo que se prohíbe es hacer alarde de símbolos religiosos, ya la hemos liado de nuevo, pues supongo que el centro que ha tomado represalias contra Najwa no tiene colgados en sus paredes crucifijo alguno, símbolo de la religión católica por antonomasia. No sólo eso, sino pobre del que porte al cuello una cadena con la cruz, y en un imperdonable descuido la muestre por fuera de la camisa, pues entonces el osado transgresor, por la ostentación fanática de sus creencias, será zaherido y vilipendiado por los responsables del centro.
Como ven, la solución dista mucho de ser clara. Ahora bien, apartar a la chica del velo de su clase, aislarla en una sala cual detenida, y recomendarle que cambie de centro, además de cínica, es actitud cobarde, impropia de un educador, que ha de ser ejemplo a seguir por sus alumnos. Todo lo contrario de lo que se ha hecho.
http://www.laregion.es/opinion/8070/
Otro link con un video al respeto: http://www.antena3noticias.com/PortalA3N/sociedad/Companeras-joven-musulmana-Pozuelo-acuden-instituto-con-velo/10439015
La hawla wa la kuata ila Bilah.
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